sábado, 27 de noviembre de 2010

¿En qué piensas?

Noticiarios del mediodía y conectan con Amsterdam. Un reportero bien abrigado, nos habla de Amsterdam, sus quesos, sus flores, su gente... y cómo no sus canales.
Bien pues el reportero se despidió diciendo: ¡ESO ES TODO DESDE LA VENEZIA EUROPEA! Poniendo el común rostro entre los que saben que han hecho un buen trabajo-en este caso "echo"- pues podía ya disfrutar de la ciudad, europea ante todo, que para eso paga la emisora.

La verdad, es que, me dio igual todo lo que dijo antes de esa frase el reportero, incluso la introducción con sus juegos de palabras, y el ènfasis... acudiendo, sin dudarlo, a hechos históricos. Tal fue la emoción con que expresó la dicha -oral y físicamente- que lo convirtió en leitmotiv.

Pensativo quedé tras esa frase: los elementos eran tres (Amsterdam, Europa y Venecia). Lógicamente Amsterdam la tenía sitada el reportero, Europa también, luego el fallo estaba en Venecia, en su concepción de Venecia. Ya que si dices "en la Venecia europea" afirmas que estás en Europa y Amsterdam está en Europa pero, ¿qué concepción tienes de Venecia en tal caso?

El poder de la palabra es enorme, cuando yo diga ahora CASA, a la gente le salta un simple dibujo de casa en la cabeza, piensa en él; y una vez lo tienes, ya afirmas que eso es una casa. Y si dices Venecia piensas en una ciudad con agua, o una calle de ella y una góndola.

¿Tal vez una ciudad de la Atlántida consecuencia del cambio climático? ¿La misma "ciudad ictícola" con un fondo que fuese la bandera de Tanger?
Me gustaría saber que imagen de Venecia le apareció al reportero en la cabeza para que, a través de la palabra, nos comunicase "eso" y perdiese todo el poder casi sin saberlo.

domingo, 21 de noviembre de 2010

20 de noviembre, aniversarios.

20 de noviembre, día de celebración especial. el 20 de noviembre de 2010 se conmemora el quingentésimo veinte aniversario de la publicación de Tirant lo Blanc, de Joanot Martorell.

El libro nos presenta todo un hombre del medievo, un caballero que va del caos al orden. Con todo el ideal de caballería: es horizontal, camina; es abierto y descubre; incluso imprevisible.
Es el verdadero "homo viator", el caballero errante, caballero andante, chevalier errant... que camina por un lugar desconocido viviendo en el espacio que camina.
Toma posesión de ese espacio. El aquí y el allá le son paritarios, se enfrenta a ellos, no les teme, y esto es porque el caballero parte de un aquí (orden) para ir a un allá (caos) que lo convierte en orden (aquí).
Así es como se presenta al caballero y lo podemos ver en Calonegrant en el Yvain de Chretien de Troyes, en Perceval en el Conte du Graal, en el propio Orlando furioso de Ariosto...

Lo que resulta especialmente interesante es que durante el siglo XV la caballería pierde esta importancia que se le da, y aparecen novelas (como Tirant lo Blanc) que fueron escritas por caballeros mismos (Joanot Martorell). Y respecto a la novela:

"Tirant, després d'excusar-se, es va retirar a la posada, va entrar en una cambra i va posar el cap sobre un coixí, als peus del llit. Quan van anar a preguntar-li si volia dinar, diqué que no, que li feia mal el cap. Però en realitat es trobava ferit d'aquella passió que a molts enganya. Diafebus, que va veure que Tirant no eixia, va entrar en la cambra i li va dir:

- Senyor Capità, et demane, per l'afecte que em guardes, que em digas quina és la teua malaltia perque si hi ha remei te'l donare de bona gana.[...]
- Estic enamorat!
Nomes pronunciarles, va començar a plorar a llàgrima viva alhora que sanglotava i sospirava."

Sencillamente leyéndolo podemos saber cual es el rasgo diferenciador...

Otro aniversario importante, el centenario de la muerte de Leon Tolstoi. Tolstoi, uno de los mejores escritores del realismo ruso del XIX, fascinó con sus obras que nacían de un acto real (como un juicio, un paseo por el campo...) para acabar siendo pura invención del autor, con sus ambientes de la Rusia pobre-etnica-campesina-rural frente a la rusia afrancesada...

Es una pena que desde Solzhenitsyn aun no haya asomado la cabeza alguien como en su tiempo lo hicieron los rusos del XIX.