domingo, 25 de diciembre de 2011

Las Saturnales, el origen.

Hoy, de 25 de diciembre, es el día perfecto para hablar de ello, del origen de la Navidad, de las Saturnales. Porque la Navidad es una transposición que hicieron los judeocristianos de la fiesta romana.

Todo comenzó cuando los romanos empezaron a celebrar, en torno al 21 de diciembre, el nacimiento de la luz, el fin de las tinieblas que se producía con el solsticio de Invierno. Junto a esta celebración también se festajaba el mito de Saturno, dios patrono y benéfico.
Recordaban con esta fiesta la epoca en donde todos los hombres convivían sin diferencias sociales, en igualdad. Se celebraba preferentemente los días 17-19 de diciembre y en esos dias el Senado no se reunía, los jueces, abogados y niños tenían vacaciones y se celebraba un lectisternium, es decir, un gran banquete.
Con el paso al Principado, algunos princeps extendieron la fiesta hasta el 23, 24 incluso 25 de diciembre para granjearse el favor del populo, como hiciera Calígula. Esta fecha de 25 de diciembre es particular pues ese mismo día, en una cueva y rodeado de pastores nació Mitra, dios de origen persa que fue adoptado por algunos sectores romanos en torno al 60 a.C. ó 690 a.v.c.
Pero ese es otro tema.

En cuanto a las reuniones, estas tenían una serie de reglas. En primer lugar, por sorteo, se elegían una especie de princeps Saturnalicius que eran los jefes encargados de guiar la fiesta dando todo tipo de órdenes a los asistentes, órdenes que conforme avanzaba la noche y conforme aumentaba el alcohol en sangre iban convirtiéndose en mandatps que rozaban lo absurdo. Licor y dados nunca faltaban como elementos de fiesta y alegría.
Se reunían principalmente las familias sometidas en torno al pater familias, ya hubiese sido mediante patria potestas o manus y entre ellos se hacían regalos, abundando los sigillaria (gladiadores articulados para los niños).
Cabe destacar que en estas fiestas los esclavos eran considerados como iguales a sus señores, desapareciendo de forma interina su status de objeto patrimonial. A ellos se les daba también regalos, comían de la mesa de su señor, jugaban y eran vestidos con vestimentas que los identificaban como hombres libres, es decir, los pilei o sombreros cónicos. Tal fue esta importancia que se les denominó como "Fiesta de los esclavos".

Los buenos regalos, como el oro y la plata, se llamaban xenia (con el tiempo se llamaron apophoreta) e iban acompañadas de unas dedicatorias.

Con el tiempo, y como sucedía aquí antes de la crisis, la fiesta se convirtió en un honor al dios Consumo y gente como Séneca aconsejaba a sus estoicos austeridad en estas fechas.

Para entender lo que somos ahora es preciso saber lo que fuimos antes, como decía Caro Baroja: "las grandes prácticas y las teogonías superiores clásicas, por su misma naturaleza, desaparecieron. Aunque solo se mantendrían para ser reinterpretadas por un lento proceso de conciliación en el cristianismo".

lunes, 5 de diciembre de 2011

"Santa Bárbara" - Robert Campin


-Nombre: Santa Bárbara (El Tríptico de Werle).
-Autor: Robert Campin (Maestro de Flèmalle), 1438.
-Técnica: Oleo sobre tabla –al temple-.
-Estilo: Gótico (Flamenco).
-Dimensiones: 101cm x 2x47cm.
-Localización: Museo del Prado, Madrid, España.

BIOGRAFÍA Y OBRAS

Robert Campin (1375 – 26 de abril de 1444) fue un pintor perteneciente al estilo flamenco de la pintura gótica.
Robert Campin fue apodado el Maestro de Flemalle, puesto que la identidad de cuadros magníficos como Santa Bárbara en su Estudio, nos fue desconocida durante mucho tiempo. Algunos autores atribuyen el apodo de Flemalle a su maestría a la hora de plasmar con enorme realismo las llamas de fuego que suelen adornar sus pinturas. Otro sobrenombre por el cual se le conoce es el Maestro de Merode, por el tríptico de Merode que pintó a principios del siglo XV. En realidad, ningún cuadro atribuido a Campin está apoyado por documentos, y los escritos que se refieren a cuadros de su mano, no están ilustrados con estos cuadros, que parecen perdidos. De cualquier manera, existe bastante unanimidad en las atribuciones de sus obras reconocidas hoy día. En vida fue perseguido por motivos políticos y morales (parece ser que convivió con una mujer sin estar casado con ella), aunque su fama como pintor le permitió eludir el rigor de la justicia. Esta misma fama le valió ser el maestro de otro genio flamenco, como fue Rogier van der Weyden. Fue el creador del estilo flamenco, en clara ruptura abierta con el Gótico Internacional, mucho más cortesano y sofisticado. Van Eyck le acompañó en esta ruptura estilística, apoyados ambos por la fuerza creadora del escultor Klaus Slüter.

Al maestro de Flémalle se atribuyen:

* Tríptico de la Anunciación,
* Tríptico de la Trinidad,
* Retablo Werle: Santa Bárbara (panel derecho) y el donante Enrique Werle con San Juan Bautista (panel izquierdo)
* Los Desposorios de la Virgen,
* Retrato de Robert de Masmines.

OBRA

El Tríptico de Werle (1438) es una obra de Robert Campin, de la que solo se conocen dos de las tres tablas. Las pintó en una época avanzada, lo que da una pista de su datación. Interesantes son sus cualidades simbólicas y la influencia de otros grandes autores flamencos.

La primera tabla representa a un fraile (Heinrich Werle) protegido por San Juan Bautista, aquí hay una clara influencia de Jan Van Eyck (el espejo, como el de Matrimonio Arnolfini); además del interior de la casa y la iluminación general con características de la del canciller Rolin (eiusdem).

ANÁLISIS

Impresiona la luminosidad del cuadro y de los objetos que en él se representan gracias a la nueva técnica al temple y del oleo acuoso, con un brillo más trabajado y frescura; además hay un factor socio-cultural: surgió una sociedad burguesa con una demanda mas creciente de arte “pagano”. No estaba pensado para colocarlo en un lugar concreto, y es por eso que la luz del fuego de la chimenea tiene gran valor al iluminar todo el cuadro (junto con la ventana) entrando por el lado derecho.
En el Museo del Prado, recibe luz artificial puesta de tal manera que no altere la luminosidad del cuadro.

Un rasgo característico de los flamencos es la minuciosidad, otra vez mas conseguida gracias al oleo y las nuevas técnicas, que se puede apreciar en los detalles (como los hierros oxidados de la ventana), las texturas (sobre todo en las telas), los objetos (el lirio, el aguamanil, el libro…) y la fidelidad del rostro de Santa Bárbara, tan diferenciado de la pintura románica (Meister von Orcau).

El realismo permite ver un plano humano, ya que se tendió a aproximar a los personajes religiosos llenos de emociones y sentimientos (como el dolor, o la ternura que es capaz de demostrar Santa Bárbara en esta obra); y rompiendo el hieratismo y el formalismo del románico.
Un alto naturalismo frente a las simplificadas e idealizadas representaciones románicas. Es un intento de representación de la naturaleza (futuro ideal del Renacimiento), incluyendo paisajes como el que se ve en el cuadro, un paisaje que se desprende de los amaneramientos y convencionalismos bizantinos. Tiene un cierto sabor místico y cristiano. Aunque hay que mencionar que no todos los temas serán religiosos.

La composición caracterizada por la figura persuasiva, con perspectiva de Santa Bárbara, que inclina la cabeza hacia el libro (Biblia) pareciendo estar interesada y meditando sus lecturas. Al inclinar la cabeza se distingue varias tonalidades en su pelo dorado, cada pelo trabajado con plumilla para que no forme una masa de color. Este detalle esta intensificado por la luz de la chimenea que entra por la derecha, creando claroscuros en los ropajes.
Es una relación de masas donde todo tiene una función, equilibrio del color con muchos detalles.
Santa Bárbara se encuentra en la habitación de una casa bien aparejada, limpia y bien equipada, incluso, coquetona; pero sin lujo, lo que refleja un estilo más realista y sensible, cercano a lo popular y cotidiano.
Como se ha dicho, la obra está llena de simbología, mensajes ocultos y alegorías.
El Maestro Flemalle consigue unos símbolos más ostensibles, más claros y al alcance de más gente, pero es imprescindible conocer la historia de Santa Bárbara para reconocer los símbolos:

Escultura de la Trinidad: junto a un cirio encendido, encima de la chimenea.
Fuego: purificador de males; recuerda a la llama que acabó con su padre.
Lirio y jarrón de cristal: símbolos de la virginidad.
Aguamanil: símbolo del alma; fuente en las alegorías del Paraíso Terrenal.
Paño debajo del libro: señal de respeto y humildad.
Paisaje: (naturalismo) Su padre es el jinete que se ve pasando por delante de la torre que mando construir donde estará encerrada Santa Bárbara.

CONCLUSIÓN

Robert Campin tiene una visión poética del mundo. Como indicó, Panofsky, el cuadro representa dos universos unidos pero distintos: un escenario acomodado, burgués, carente de ostentación, hasta vulgar; y otro, una magnificencia de la Santa, sus ropajes, recalcando la superioridad moral frente a lo que le rodea. Nos ofrece una familiaridad plebeya de lo religioso. Va unido al gusto de las clases medias, prefieren los sentimientos antes que el lujo.
Difusión de este estilo y cuadro. Pintura hispano-flamenca.
Corona de Aragón. Luis Dalmau (Valencia), Jaime Huguet (Cataluña), Pedro Nisart (Baleares). El más destacado, Bartolomé Bermejo y su Santo Domingo de Silos.
Corona de Castilla. Fernando Gallego, Juan de Segovia y Sancho de Zamora, que hicieron el retablo de Don Álvaro de Luna (Catedral de Toledo).